31 de mayo de 2016

MALA MADRE


Según una autoridad anónima en Crianza: Soy una MALA Madre.
Diálogo REAL de hoy, parada del colectivo, a la salida del Jardín. Mi hijo de 4 trepado a la reja de la casa que esta frente a la parada como SIEMPRE hace desde Sala DE DOS (y nunca se cayó)
Senior mayor con su esposa sentada al lado frena imprudentemente su auto en la parada del colectivo, se acerca al cordón y grita:
-Señora!
 ni me inmuto. Vuelve a gritar.
-Señora!
 me acerco suponiendo que quería preguntar algo
-¿Si...?
-Tenga cuidado, baje a su hijo de ahí!
-¿Por?
 pregunto, pensando si sería el dueño de la casa, el único autorizado a molestarse.
-Se va a caer y se va a romper todos los dientitos!
-Ah! Ud quédese tranquilo, que el nene tiene MADRE!
-Ay pero queee PAAAVOTAAAA
Dice el senior mientras arranca.

Pero laputamadreeee, ahora cualquiera tiene derecho a opinar de cómo cría una a sus hijos?

30 de noviembre de 2014

Volver

Por algun motivo que ahora no sabría explicarles no me esta saliendo terminar de contarles esta historia. En algun momento la retomaré, tal vez.

En éste momento la inspiración volvió por éstos otros lados... las musas y sus misterios.

5 de julio de 2014

De parto (IV)

Cuando las contracciones ya eran cada cuatro o cinco minutos decidimos llamar al maldito remis. G. seguía puteando y protestando por su maldito IPhone, yo empezaba a enojarme porque estaba más preocupado por ese aparato del demonio que por su mujer y su futuro hijo. Se estaba haciendo de noche y ya me costaba bastante estar sentada cuando venían las contracciones. Respirar profundo no hacía ninguna diferencia, y no había posición en la que estuviera cómoda, pero todavía estaba relativamente de buen humor. Sorprendentemente no estaba asustada por lo que vendría.

Un buen rato más tarde llegó el Remis, agarramos el bolso que ya teníamos preparado y bajamos. La primer parte del viaje fue tranquila. El remisero empezó a contar de las veces que llevó a su mujer a la clínica cuando nacieron sus hijos, él y G. bromeaban y me decían cosas y al principio yo también me reía... pero a mitad del viaje las contracciones empezaron a ponerse tan dolorosas que ya nada me hacía gracia. En cuanto venía levantaba la cola del asiento y sentía que el huesito dulce se me partía a la mitad, hacía tanto esfuerzo para tolerar el dolor que apenas podía respirar...
-Bueno...¡ya basssssta de bromas! -dije mientras dejaba sordo al pobre remisero a fuerza de -lacoooonchadelaloooooraaaaaaa-
 Finalmente llegamos a la maldita clínica cerca de las 22.00, y mientras G. y el remisero insistían en ir a buscar una silla de ruedas para que yo no caminara... yo salí y empecé a caminar hacia la puerta. No pensaba ir a parir a mi hijo en una silla de ruedas como si fuera una lisiada y por otro lado como lo que me dolía el c... con las contracciones... la sola idea de estar sentada me parecía una pesadilla!


10 de junio de 2014

De Parto (III)

Comí un poquito de chocolate para relajarme mientras intentaba encontrar alguna posición en la que las contracciones dolieran menos. Probé en cuclillas, arqueando la espalda como gato, acostada... Por ahora todavía se soportaban respirando hondo... y pasaban, pero se veía que eso iba a empeorar. 

En cuanto terminó la última me dispuse a llamar a La Partera Desconocida. Llamé, llamé y llamé. Imposible comunicarse. Ya estaba empezando a desesperarme. Finalmente logré comunicarme y me dijo que... ¡Estaba justo asistiendo un parto!! Hay veces que sinceramente creo que mi vida es una película de Woody Allen... o de Almodovar... me dijo que esperara un poco más y que cuando las contracciones fueran cada cuatro o cinco minutos fuera saliendo para la clínica, tranquila, y que le avisara a ella, así se iba para allá (en el mejor de los casos, si ya había terminado el otro parto). Pero que no me preocupara, que había tiempo.

Mientras tanto yo trataba de respirar hondo, de esperar y de no ponerme ansiosa y G. no paraba de preguntar, con su Iphone en la Mano 

-¿Ya empezó? ¿Ya terminó? ¿Llamamos el remisse ahora? ¿Mirá si no llega? ¿Mirá si... AY LA RE PUTA MADREEEEEEEEEE -gritó desde el pasillo...
-¿Qué pasó??? 
-Paraaaaa, paraaaa.... que se me cayó el Iphone... la putamadreeeee -gritaba mientras iba y venía como loco prendiendo y apagando el teléfono -No anda, no anda! Justo ahora ...no te lo puedo creeeeeeeeer.... 
-G. estás por tener un hijo, ¿te das cuenta? Y vos puteando por tu telefonito de mierrrrdaaaaaaaaaa 
-Pero como voy a sacar fotos, como voy a filmar, como voy a avisarle a la genteeeee...
 -Bueno, lo haras con el mío, o sino ocupate de vivirrrrrrlo... ayyyyy laconchadelaloraaaaaaa- grité lo que se iba a convertir en mi mantra en las siguientes horas, mientras tenía una contracción más dolorosa que la anterior...



6 de junio de 2014

De Parto (II)

Salí de la ducha un poco más relajada y me acosté deseando que todo pasara y volver a la calma. Todavía me quedaba descansar una semana y un día antes de la fecha probable y la Obstetra me había dicho en el último control que eso todavía estaba verde.

Pero al rato... otra vez. Todavía el dolor era soportable y duraba poco. Empecé a preocuparme y, mientras G. se ponía a bajar aplicaciones para medir las contracciones en su Iphone (ya les dije cuanto odiaba ese teléfono?) llamé a la partera. En cuanto logré comunicarme, me da la maravillosa noticia de que no estaba en Buenos Aires. Si! Qué buen Timming el mío! El lunes era feriado y la-re-putisima-madre del que impuso la moda de meter fines de semana largos en cualquier momento del año. Yo estaba por parir y no tenía Partera!! Traté de tranquilizarme y respirar bien hondo y llamar a la segunda Partera. Esa que no me había convencido tanto, pero bueno... era la que había.

Cuando logro comunicarme, me atiende una Señora con la voz tomada, diciéndome que estaba engripada y con fiebre, que no iba a poder asistir al parto. Han cantado Bingo en la sala!!! 

-¿Y ahora qué hago? -le pregunté preocupada... 
-Te voy a pasar el teléfono de otra partera -dijo con lo que le quedaba la voz y me dió el número de la tercer Partera, La Desconocida.

 Anoté el número y mientras pensaba qué hacer las contracciones se hacían cada vez más fuertes y G. gritaba desde la otra habitación...

-Vos avisame cuándo empiezan, así vemos cuánto duran y cada cuánto son... 
 A todo esto ya eran como las cinco de la tarde y las contracciones empezaban a ser más fuertecitas y cada 10 minutos. Yo no podía dejar de pensar que tenía que llamar un remisse que nos lleve a la clínica, a casi una hora de viaje, y que lo último que quería era llegar y que nos manden de vuelta a casa, así que tenía que estar segura segura que ya era el momento. Entonces esperé que pasara el dolor de la contracción, para poder hablar y salí al balcón a tomar aire y llamar a la Obstetra.

-Hola, soy M. tu paciente, me parece que estoy en trabajo de Parto... 
-¿Cuándo empezaste? ¿Cada cuánto son las contracciones? 
-Empecé a las 14.00 hace 3 o 4 horas, pero ahora ya son cada diez minutos... ¿Qué hago? ¿Voy a la clínica o espero? ¿Llamo a la partera?
-Andá llamando a la partera para avisarle, pero yo esperaría un poco más antes de salir a la clínica... 
-Acordate que tengo casi una hora de viaje... 
-Yo te escucho demasiado tranquila para estar en trabajo de parto -dijo- esperá un poco más...

  






 


20 de noviembre de 2013

De parto. (I)

Como todo iba bien, había planeado trabajar hasta una semana antes del parto. Ya hacía mucho calor, tenía las piernas hinchadas y no había un zapato que soportara. Estaba cansada. Esa semana trabajé hasta el jueves. El viernes era mi día libre y empezaba mi semana de descanso. Aunque todo estaba muy tranquilo por ahí abajo y según la obstetra podía demorarse una semana más. El viernes me pasé el día tirada, con el aire acondicionado encendido, haciendo fiaca. El sábado me levanté con pilas y no se me ocurrió mejor idea que ir a la verdulería, no sea cosa que el parto nos encontrara sin víveres. Salimos temprano para no morirnos de calor. Era fin de noviembre, hace exactamente dos años. A la ida y a la vuelta la caminata se me hizo difícil. De tanto en tanto la panza se ponía dura, pero supuse que era por el esfuerzo... Y no le di bola. Volvimos caminando despacito, en cuotas. Hicimos algo para almorzar y después del almuerzo empecé a sentirme rara. No sabía sí eran contracciones así que no dije nada y me fui a acostar. Empecé a mirar el reloj. Eran las dos de la tarde. Al rato otra vez esa sensación. La panza se ponía dura y me dolía un poco, apenas la cintura. Al ratito pasaba. Y habían pasado veinte minutos. Cuando empecé a notar cierta regularidad me preocupé un poco.

    -Amor... No te asustes pero creo que estoy con contracciones...

Obviamente se asustó y empezó con los cómo, cuándo, cada cuánto... etc...
Por suerte estaba todo listo. Así que me tomé un sertal, me di una ducha e intenté relajarme...

17 de noviembre de 2013

Crónicas de una muerte anunciada

Las cosas empezaron a complicarse cuando empezamos a pensar en mudarnos y no nos poníamos de acuerdo en nada, ni qué muebles comprar, ni cómo ubicar los que ya teníamos, ni cómo decorar el departamento.

Las cosas empezaron a ponerse feas cuando nos mudamos y vos volvías de trabajar todos los días con cara de culo y puteando. Y no nos acostumbrabamos al barrio. Y nos aburriamos los fines de semana.

Las cosas empezaron a ponerse incómodas cuando decidimos dejar la tele en el living, y yo con una panza bastante grande ya tenía sueño y me iba a la cama sola, y vos te quedabas mirando la tele allá lejos. Y yo andaba hecha una bola de hormonas, con ganas todo el tiempo y vos ni me tocabas, porque te daba impresión. O miedo. O tenías más ganas de ver la tele.

Las cosas se pusieron muy feas el día que, faltando dos semanas para la fecha probable del parto me enteré que ese cargo en dólares que tenía hace unos meses en mi tarjeta de crédito, ese que me dijiste que habías dado de baja y que era de nosequé, era en realidad de una página porno. Porno! Mientras que yo me moría de ganas de que me tocaras y vos ni enterado. Ese día lloré y lloré y lloré. Y putee y grite y me enojé. Y lo único que pudiste decirme fue que mentiste porque te daba vergüenza.

Las cosas se estaban poniendo muy feas.

Y encima el parto decidió adelantarse una semana...

Cambia... todo cambia...

Es increíble como alguien que alguna vez fue el amor de tu vida de golpe se transforma en el ser más insoportable sobre la faz de la tierra.

2 de noviembre de 2013

Coming soon

Se vienen las crónicas de una muerte anunciada.

En cuanto tenga tiempo y ganas de sentarme a escribir.

Eso o... Vuelve desencontrada!
Jajajaja

27 de agosto de 2013